domingo, 31 de mayo de 2015

Una mirada, un sueño y una muerte corta.


Y en tus ojos me pierdo, como  niño que ve un hermoso zafiro,
y  en el  brillo de ellos, quedo deslumbrado, encandelillado,
y olvidado por un segundo del tiempo.

Hasta que me veo subir y bajar al ritmo que imponen tus pestañas, 
y entonces, acepto que soy un vagabundo que se pierde entre tus ojos,
así como se pierden entre el sueño nocturno, adoptando cualquier lugar
como su lecho bajo su enamorada  noche.
Cierro los ojos por un momento y me siento como gotas de lluvia
que alcanzan a tocar tus mejillas. Y se deslizan entre ellas,
hasta que sonríes y me encuentro con esa curva que me hace estrellar,
me hace regresar,  a ver tu sonrisa que me hace de nuevo soñar;
y esta vez soy el agua que llega del grifo, con suerte a tu cabello y empiezo
a explorar tus cabellos que son como risos de oro, hasta caer a tu cuello
y acariciarlo suavemente, en forma de coqueteo.
Hasta llegar a tus pies; pasando por tu abdomen liso, conociendo
lo suave de tu espalda y en la marcha llegar a la gloria. Y continuando el recorrido
por tus piernas y terminando por fin, después de pasar por tal cuento de maravilla
muriendo en el grifo.

Y en la muerte tan bella, me llamas devolviéndome a  la vida
 “Jhonny,  ¿parce que le pasa?”